top of page

Ministro de Cultura Juan David Correa resume sus prioridades

ACTUALIZACIÓN: EL ministro de Cultura Juan David Correa resumió las prioridades de su cartera.

Ministro de Cultura Juan David Correa /Facebook Mincultura

La educación artística, el ´Plan de sonidos de paz’ y una “tarea territorial a través de las bibliotecas públicas como centros de conocimientos de los municipios colombianos”, son los temas que tratará a grosso modo el ministro de Cultura, Juan David Correa.


“La educación artística es uno de los proyectos de este gobierno que vamos a impulsar, llegar a los colegios a través de una alianza con el Ministerio de Educación. Ya se firmó un memorando de entendimiento”, dijo Correa en un mensaje en el Facebook del Mincultura. Agregó que este año realizarán un piloto para arrancar “en firme” el próximo año.


El otro proyecto -dice el ministro- es el “Plan de sonidos de paz, que vamos a entrar a concertar con los sectores que han tenido algunas críticas”. Se refiere al programa ‘Sonidos para la construcción de paz’, que según la página del Mincultura,promueve Culturas de Paz en Colombia mediante el fomento y fortalecimiento de prácticas, expresiones y pensamientos artísticos y musicales en su diversidad, desde una perspectiva de garantía de derechos”.


“El tercer compromiso es hacer una tarea territorial a través de las bibliotecas públicas como centros de conocimientos de los municipios colombianos. Creo que hay que institucionalizar la cultura en un sentido de darle institucionalidad al Ministerio de Cultura en todos los lugares de Colombia.


“Si logramos convertir esas bibliotecas públicas en centros de conocimiento no solo bibliográfico sino en centros de conocimientos de patrimonio, de poblaciones, de sensibilidades, pero también del tema administrativo”.


Finalmente, anunció que hará alianzas con las cámaras de comercio, la Dian, y tendrán presencia “en los territorios para que los artistas de Colombia puedan contratar, por ejemplo que es un tema que hoy no esta resuelto”.


 

Retos para el nuevo ministro de Cultura Juan David Correa desde el sector cultural

Convertir al Mincultura en una entidad que genere políticas de país, capaz de llegar a las regiones, que construya de manera concertada y colaborativa con comunidades, que incluya la cultura dentro de las políticas de paz, cumpla con las expectativas sobre un gobierno que se presenta como de cambio y recuperar la confianza perdida son retos para el nuevo ministro de Cultura Juan David Correa desde el sector cultural.


Grupo folclórico de Pasto, en el Parque de los Periodistas, durante los eventos de posesión del presidente Gustavo Petro en 2022 /Archivo ARTERIA

ARTERIA


Después de meses de interinidad en el Ministerio de Cultura, desde que en febrero el presidente Gustavo Petro sacó a la entonces ministra Patricia Ariza y nombró a Jorge Zorro (que ahora vuelve a ser viceministro de Creatividad), finalmente, la cartera tiene como nuevo ministro en propiedad a Juan David Correa.


Su experiencia viene del sector privado (Arcadia –revista de Publicaciones Semana–, la Feria Internacional del Libro de Bogotá y editorial Planeta) y llega en el peor momento político del actual gobierno, que está cuestionando por la investigación que la Fiscalía hace al hijo del presidente sobre dineros que habrían entrado de manera ilegal a la campaña presidencial.


Por otra parte, la interinidad de cargo ministerial ha sido motivo de queja para el sector de la cultura, que vio como la primera ministra –Patricia Ariza– salió apenas comenzando su gestión. Esa interinidad generó cartas abiertas al presidente de la República firmadas por cientos de personas. Aunque nunca fueron respondidas, si bien luego de varias misivas, el mandatario accedió a una reunión en mayo.


Esta aparente poca atención dada por el presidente a la cultura (cuyo sector en gran medida le apoyó durante la campaña a la presidencia) parece mostrar no solo la debilidad del sector mismo, sino, también, la importancia que el gobierno le da a la cartera. Esa sensación se notó en varias columnas de opinión, entre otras en un editorial de El Tiempo, del 25 de julio de este año, cundo aún no se había nombrado ministro en propiedad, titulada 'Ya no es el Ministerio sino el Misterio de Cultura'. Meses atrás El Espectador de mayo 19 había publicado ‘¿Importa poco la cultura en el Gobierno Petro?’


Así, en el primer año de gobierno la cartera de Cultura tuvo ministra durante seis meses. El presidente le comunicó a Ariza que dejaba de ser ministra el 27 de febrero de este año durante una alocución presidencial y ella terminó haciendo un resumen de gestión en un video .


Queda la sensación justificada de que la salida de Ariza cortó procesos y la duda de cuáles de ellos seguirán o no. Al fin y al cabo, no se cambia una ministra sin razón aparente para que otro ministro –sin importar su calidades humanas, intelectuales o experiencia– haga lo mismo.

ARTERIA habló con personas expertas del sector con el fin de que opinaran sobre cuáles serían los retos para el nuevo ministro de Cultura Juan David Correa para estos tres años que quedan en los que –se espera– logre estabilidad con el nombramiento de Juan David Correa.


A propósito de él, Jorge Melguizo, una voz autorizada en la cultura en Medellín (exsecretario de Cultura Ciudadana) firmante de una de las cartas enviadas al presidente, dijo acerca del nombramiento, justo antes de que sucediera el escándalo del dinero para la campaña presidencial: “Es buen nombramiento. Simbólico, porque responde a una multinacional como Planeta y grupo Prisa por su censura al libro sobre los Char.


“Simbólico, porque en estos momentos, donde su hijo sacaría a la luz secretos de campaña en la costa, Juan David Correa fue noticia por defender la publicación del libro La Costa Nostra. Tal vez no era el candidato que tenían (teníamos) en mente (él mismo no se tenía en mente para ser ministro...) y que hubiéramos querido, pero me parece buen nombramiento. Es un tipo sensato, un excelente profesional, una gran persona”.


Señala, por otro lado, que “sigue ahondando Petro en la falta de paridad de género en su gabinete. Y deja a Zorro como Viceministro, quien ya lo fue con Patricia Ariza y era incómodo por su enorme cercanía con Verónica Alcocer y porque pasaba por encima de la ministra”.


Para Santiago Trujillo exdirector del Instituto Distrital de las Artes, en Bogotá, quien asistió a la reunión del sector cultural con el presidente, y que se desempeña en el mundo académico, los retos del Mincultura tienen que ver con “convocar al movimiento cultural a construir y, sobre todo, ejecutar unas políticas culturales progresistas que venzan esa mirada retardataria que estaba instalada en el Ministerio”.


El tema no es fácil pues debe combinar, según dice, equilibrio, ponderación, “pero también con enorme contundencia. Creo que no hay espacio para la duda. No hay un camino distinto al de la descentralización, la desconcentración de la acción cultural del Estado, la de reconocimiento de las diversidades y la de darle al sector cultural la capacidad de acción. En donde el estado propicie fortalezca y dinamice, pero no conduzca verticalmente ni el gusto ni las decisiones ni las políticas, sino que aprenda a construir de manera concertada y de manera colaborativa, los procesos de cambio cultural que requiere en Colombia”.


Para él, el nombramiento es una manera de responder sobre las inquietudes que le dejó el sector en la reunión de mayo en la Casa de Nariño. “Responde con un nombramiento acertado de una persona con criterio con inteligencia, con una enorme sensibilidad humana. Es coherente y recto y ha sabido tomar decisiones difíciles en momentos complejos, manteniendo como punto de llegada y de partida la honestidad”.

Édinson Quiñones, artista y gestor cultural de la comunidad nasa en el Cauca se une a la voz de la descentralización. “Primero que todo pueda hacer las mesas que están planteando en los territorios, porque el territorio juega un papel importante: darle la posibilidad de otros lenguajes, otras miradas de la sensibilidad profunda, de la creación desde lo primitivo, que sería como lo primario en este ejercicio creativo”.


Agrega que es de gran importancia hacer el proyecto de ley de artes plásticas, y en eso cree que es importante el apoyo de los parlamentarios indígenas para “apalancar este proceso para que entre como proyecto de ley.


El semiólogo Armando Silva postdoctorado en Literatura Comparada en la Universidad de California, Irvine se muestra cercano a Quiñones cuando opina que es importante que más que eventos, el Mincultura impulse las culturas locales “en sus pormenores en su escritura, en sus pensamientos, en sus costumbres. No hacer de Mincultura un espectáculo –lo que pueden hacer los medios– sino ir hacia los interiores de esas culturas. Sugeriría no ceder al pantallazo de mostrar lo atractivo y veloz, sino enfocarse en los modos internos “de esa infinidad de manera de ser que tenemos los colombianos”.


De hecho, la descentralización es un tema de gran sensibilidad. Juan Pablo Mosquera, artista y gestor cultural radicado en Neiva, considera que entre los enfoques prioritarios para el Mincultura es la conexión hacia las regiones. “Unificar realmente el país es ha sido y seguirá siendo uno de los principales retos para cualquier ministerio y en especial este”.


Propone que podría haber un programa nacional de cultura ciudadana que busque desde lo humano un cambio de paradigmas significativos en las conductas que generan problemas de convivencia ciudadana urbana y rural. Agrega que sería de gran importancia la educación para el respeto y valoración del patrimonio cultural, lo cual generaría cohesión y fortalecería el sentido de identidad.


También señala que es necesario estimular la promoción, investigación, divulgación, circulación, y comercialización de la oferta cultural y artística nacional, y promover el acceso a “mínimos de dignidad” para los actores culturales, en lo que se refiere a los ingresos. Opina que el Ministerio debería tener una mayor influencia entre los congresistas con el fin de propiciar cambios estructurales en el arte y la cultura pues “sin ello, creo que seguiremos estando huérfanos, políticamente hablando”.


A propósito de legislación, Gustavo Ortiz, director del Museo de Arte Contemporáneo, ubicado en el barrio Minuto de Dios, en Bogotá, destaca que es importante que durante este gobierno salgan adelante la Ley de Museos y el Plan Nacional Decenal de Cultura. “Desde el gobierno anterior quedó suspendido el Plan Nacional Decenal de Cultura, que nos permite a todos los actores culturales tener un norte. Es muy importante retomar ese Plan Decenal que abarque mucho más allá de los gobiernos, y que permita la cultura desarrollarse de manera integral. Desde el sector de los museos estamos trabajando conjuntamente en la redacción y propuesta de la Ley de Museos, que es uno de los faltantes de la Ley Nacional de Cultura”.


Con todo, advierte que un gran reto para este ministro será superar el “largo proceso de interinidad, que ha causado una gran desconfianza por parte de los principales actores culturales y ha generado inestabilidad no solamente nacional, sino internacionalmente, en todos los compromisos culturales que tiene el país”.

Este es un tema que implica aspectos políticos y de relación con el sector y la sociedad, que no es menor. Albeiro Pérez, director Artístico del Pequeño Teatro, de Medellín, opina que el nuevo ministro de Cultura tiene, tal vez, el mayor reto que cualquier otro ministro de esa cartera haya tenido porque –dice– “de aquí en adelante los sectores culturales constantemente se harán la pregunta: ‘Entonces, ¿cuál es el cambio?’.


Hemos tenido políticas y agendas en esa cartera que se han basado en preferencias regionales, intereses empresariales, gustos personales y hasta en colores favoritos, el naranja, por poner cualquier ejemplo. La pregunta para el ministro entonces es cómo va a materializar ese ‘mantra’ que el presidente hizo repetir hasta la saciedad durante su campaña, ‘cambio’, ‘cambio’, ‘cambio’”.


Pérez es escéptico pues cree que no es suficiente con dar la sensación de cambio, porque este “deberá estar íntimamente ligado a otros ‘mantras’ que el presidente Petro también hizo repetir cuando era candidato: ‘Pacto Histórico’. ¿Esto qué significa, por ejemplo, para la multietnicidad y diversidad cultural del país?”.


También se refiere a la relación del arte con la llamada ‘Paz total’: “¿Cómo se hará llegar el arte a zonas de conflicto? ¿Cómo impulsarlo como alternativa a las armas? ¿De qué manera éste puede servir como instrumento de reconciliación? ¿Lograremos algún día que palabras como guerra o masacre solo sean el nombre de una pintura, un libro o una obra de teatro?” dice y termina con algo que para él es clave: “‘Colombia Humana’ ¿ya entendió el ministerio que fomentar y apoyar el arte es una de las mejores maneras de hacer este país más humano?”.


Dudas aparte, para Ana María Gómez, en realidad el reto es uno solo. Para quien es PhD. en Ciencias de la Cultura, de la Universidad Libre de Berlín, que en los últimos 10 años se ha desempeñado como gerente en el sector público y de la cooperación nacional e internacional, “el desafío del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes (celebro su nuevo nombre) es solo uno: ejercer la política cultural del país, es decir, que no se comporte como una casa de la cultura sino como un Ministerio”.


Para ella es ineludible recordar que el Mincultura “es la cabeza política de nuestro sector en el gobierno y no debe olvidar que su norte es ser el formulador, coordinador y ejecutor de la política pública de una nación multicultural, pluriétnica y multilingüe”.


Coincide con Pérez al recordar la importancia de la cultura en el momento actual en el que la reparación a las víctimas es un tema de obligatorio cumplimiento: “Un país que le apuesta al postconflicto debe reconocer que la reparación posguerra depende de que la cultura sea transversal a todas las otras políticas de desarrollo. Me refiero a hacer una política más ejecutiva y menos discursiva pues al ministerio le corresponde activar las regiones, la riqueza colectiva y desarrollar una política de cuarta generación para el desarrollo sostenible y no mantener una orientación del siglo XIX”.


Para ella se trata de hacer política en grande, lo que de alguna manera respondería a los requerimientos de Quiñones y Mosquera: “La política cultural debe encargarse del reposicionamiento social de las artes, el reconocimiento de los saberes y debe ocuparse del horizonte de salarial de sus artistas y gestores. Le agregaría el reto de promover la cultura en entornos internacionales y acercar la cultura a los colombianos en el exterior", dice Gómez.


Agrega que “por ello, está pendiente una agenda legislativa con el Congreso de la República, que aproveche que el ministerio aumentó su presupuesto de inversión en este gobierno, y en el gobierno pasado abrió un segundo viceministerio. El reto está en ejercer con dominio esta política para el reposicionamiento social y salarial de sus artistas y gestores desde el Viceministerio de fomento regional y patrimonio y con el nuevo Viceministerio de la Creatividad, que se encarga de la economía del arte y la cultura, y al que le sugiero avanzar en la internacionalización de las industrias culturales. Es un único desafío para el ministerio: ocuparse realmente de la política cultural de la nación y no conservar o crear pequeños programas”.



  • Instagram
  • Facebook
  • Twitter
  • LinkedIn
  • YouTube
  • TikTok
bottom of page