‘La ciudad de los espectros’: un recorrido por las huellas del tiempo en Bogotá
- Diego Guerrero
- 18 oct
- 3 Min. de lectura
En la sala de exposiciones del Colombo Americano, sede centro, Bogotá se mira a sí misma entre sombras y recuerdos. 'La ciudad de los espectros' es una curaduría de la BOG25.
La muestra “La ciudad de los espectros: Bogotá ante el tiempo”, abierta al público hasta el primero de noviembre, invita a recorrer las capas invisibles que conforman la ciudad: los rastros de lo que fue, los ecos de lo que aún resiste y las semillas de lo que está por venir.
La exposición propone una reflexión sobre la relación entre Bogotá y el tiempo. A través de obras que combinan memoria, historia y proyección, los artistas retratan una ciudad que se transforma, hecha de ruinas y futuros posibles.
Según explica Julián Serna, curador de la exposición, que hace parte de la BOG25, los “espectros” a los que alude el título son esas presencias que no vemos, pero que se manifiestan en cada grieta, muro o esquina del paisaje urbano. Son los fantasmas del pasado que conviven con nosotros y las visiones de lo que la ciudad podría llegar a ser.
El proyecto reúne trabajos de más de treinta artistas bastante conocidos como Camilo Bojacá, Leyla Cárdenas, María Elvira Escallón, Nicolás Consuegra, María Buenaventura, Felipe Arturo, Miller Lagos, Lía García y los colectivos Agorafobia, Maski, Trailer y J&L Constructores, entre otros.
Cada uno aporta una mirada distinta sobre el devenir bogotano, desde las huellas que dejan las transformaciones urbanísticas hasta los vínculos invisibles entre la ciudad y la naturaleza.
Para Serna, Bogotá es una ciudad atravesada por distintas capas del tiempo, “un palimpsesto donde se leen las huellas de quienes la habitaron y las semillas de lo que vendrá”.
Inspirado en las ideas del filósofo Jacques Derrida sobre los espectros, Serna propone pensar nuestra relación con quienes ya no están y con quienes aún no llegan, una reflexión que invita a entender la ciudad como un territorio donde pasado y futuro se encuentran en el presente.
El recorrido tiene cuatro momentos que permiten leer la ciudad desde diferentes ángulos. El primero aborda las visiones urbanísticas y los sueños —a veces incumplidos— sobre el futuro de Bogotá. El segundo recoge las voces de los barrios y de quienes han vivido en carne propia los cambios del paisaje urbano.
El tercero explora la relación que tenemos con la naturaleza, como los ríos, las montañas, los ecosistemas que persisten a pesar del cemento. Y el último, quizás el más íntimo, revisa los episodios dolorosos que han marcado la historia de la capital, no solo como heridas, sino también como posibilidades para imaginar nuevas formas de habitar.
Entre las obras más destacadas se encuentra la del Colectivo Trailer, que registró la demolición de la avenida NQS durante la construcción del TransMilenio, imprimiendo sobre las fachadas vacías las imágenes de sus propias ruinas, como una metáfora del progreso que borra su memoria.
También sobresale la instalación de Leyla Cárdenas, que rescata el fantasma del río San Francisco —enterrado bajo la avenida Jiménez—, y la pieza de Felipe Arturo, quien reconstruye con polisombra el recorrido aéreo de ese mismo río.
Por su parte, María Buenaventura devuelve la memoria de los camellones muiscas, antiguos sistemas de cultivo que revelan una relación ancestral con el agua y el territorio.
La exposición invita a detenerse y a mirar de otro modo. ¿Cómo dialogamos con las huellas del pasado? ¿Qué futuro se gesta entre los restos de la ciudad? ¿Qué lugar ocupamos en este entramado de tiempos? Como resume Serna, “no se trata solo de mirar lo que fue, sino de reconocer las semillas de lo que puede venir”.
Resultado de la convocatoria de Curadurías Independientes de BOG25, es una invitación a recorrer Bogotá desde otra perspectiva: la de los fantasmas que nos acompañan en silencio, recordándonos que cada calle, cada piedra y cada vacío también guardan una historia. En esta ciudad de espectros, los fantasmas no asustan: nos enseñan a mirar.
Revisado por Diego Guerrero
