J&L Constructores presentan en la BOG25 una mirada a la casa de barrio que está desapareciendo
- Diego Guerrero
- 5 oct
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Actualizado: 7 oct
'Umbrales' es la propuesta de J&L Constructores que presenta en el Claustro de San Agustín y hace parte de la BOG25.

ÓSCAR SILVA
Periodista
ARTERIA
J&L Constructores –Jimmy Espinosa y Lina Prieto– es un dúo de artistas bogotanos que utiliza la pintura como un documento para preservar la memoria de una ciudad que, –dicen– atraviesa cambios estructurales abruptos. Bajo el enfoque de la memoria arquitectónica participan la Bienal Internacional de Arte y Ciudad BOG25 con el proyecto ‘Umbrales’.
Ambos describen su proceso de creación como una fusión creativa: “Todo el proceso, digamos desde la creación de los proyectos, los recorridos, investigación, producción plástica es hecha entre los dos. No hay un rol específico para cada cosa”, dicen al hablar sobre su obra expuesta Claustro de San Agustín.
La intención de este dúo de artistas con sus obras es que "se desdibuje esa única autoría y que (sus ideas) se fusionen para empezar a ampliar la perspectiva, a complementarnos, a generar nuevos encuentros más allá del individuo”, explican.
‘Umbrales’ se compone de dos óleos hiperrealistas que, a simple vista, parecen fachadas reales y solo al observarlos con detalle se descubre que son pinturas.
La pared del Claustro fue especialmente adecuada por ellos para que parezca la fachada de un primer piso de cualquier barrio popular bogotano. También hay un contador de gas, a manera de acompañante silencioso pero fundamental para completar su exposición.
Esta obra, comentan, se centra en la arquitectura popular, casi olvidada y su significado social, especialmente frente a la "renovación urbana" que "está demoliendo todo y eliminando este tipo de construcción".
“Algo importante de este proyecto Umbrales es poder hacer memoria de la ciudad a través de la pintura, que se vuelve como un dispositivo de documento”, afirman, y destacan que tradicionalmente este rol de documentación y de memoria se ha reservado para “los escritos, la fotografía, la cartografía, pero no la pintura”, por lo menos no en tiempos actuales.
La réplica de la fachada que presentan en el marco de la BOG25 es de la localidad de Tunjuelito, que con el tiempo se ha ido transformando en un conglomerado de estructuras que han perdido el espíritu barrial.
J&L no solo capturan la estética, sino también las historias detrás de los frontis. Las piezas incluyen un código QR que permite al visitante conocer la ubicación en Google Maps. Este ejercicio permite a los visitantes del Claustro San Agustín ver cómo un espacio se ha modificado, incluso si la casa ya no existe y fue reemplazada por una mole de concreto.
“No solamente habla de la casa, sino también de toda una situación social, económica”, señalan.
Para estos artistas los frentes de las casas también revelan “varias problemáticas” como la necesidad de protegerse, de asegurar con rejas las puertas y ventanas.
Con su proyecto tocan temas que abordan a la ciudadanía como el cambio que la ciudad ha experimentado en la última década. “Hay una melancolía al cambio que ha ocurrido en la ciudad, que es abrupto. A veces es que la gente ya no tiene cómo mantener un hogar, le toca vender, lo obligan a vender o a desplazarse”.
Para J&L Constructores, el barrio es un componente fundamental en su identidad artística y gran parte de su vida la han pasado en barrios tradicionales de Bogotá. Por eso se definen como “personas de barrios populares”
La intención de llevar su obra a la Bienal es buscar una "cercanía con el público que no esté específicamente educado para el arte. Es como interactuar, como la curiosidad… que el espectador tenga la posibilidad de conocer”. Y recalcan la importancia de generar reflexiones en la gente común sobre temas como "la economía popular del hogar y la gentrificación”.
La exposición de J&L Constructores estará abierta hasta el próximo 09 de noviembre en el Claustro de San Agustín, la entrada es abierta al público de martes a domingo desde las 11 a.m. a las 4 p.m.
Editado por Diego Guerrero













