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Periódico Arteria

‘Dándole peso a los besos’, de Iván Argote, una piedra como oda al amor en el centro de Bogotá

  • Foto del escritor: Diego Guerrero
    Diego Guerrero
  • 14 oct
  • 2 Min. de lectura
En medio del bullicio del centro de Bogotá una enorme piedra cubierta de labios rojos se alza como un intento de llamar al afecto colectivo. Es la propuesta de Iván Argote en la BOG25.

"Quería proponer una piedra que no fuera rígida ni solemne, sino un espacio donde la gente pudiera expresar el afecto, donde cada beso tuviera su propio significado”/ ARTERIA
"Quería proponer una piedra que no fuera rígida ni solemne, sino un espacio donde la gente pudiera expresar el afecto, donde cada beso tuviera su propio significado”/ ARTERIA
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SOFÍA ARÉVALO

Periodista

ARTERIA


Se trata de Dándole peso a los besos, la más reciente obra del artista colombiano Iván Argote, presentada en el marco de la Bienal Internacional de Arte y Ciudad, abierta al público hasta el 9 de noviembre.


El imponente monolito de seis metros de altura -una piedra construída- fue instalado en la Plazoleta del Rosario y su superficie está marcada por miles de besos: algunos del propio artista y muchos más de los transeúntes que se detuvieron a participar.

La escena es tan simple como poderosa: labios rojos sobre piedra gris, un gesto íntimo convertido en acto público.


Argote explica que la obra nació de una historia personal. Hace más de una década besó una piedra en un río de Supatá, en memoria de familiares víctimas de la violencia.


Aquella acción —un pequeño ritual privado— derivó años después en este  monumento abierto que invita a transformar la dureza en ternura. “Quería proponer una piedra que no fuera rígida ni solemne, sino un espacio donde la gente pudiera expresar el afecto, donde cada beso tuviera su propio significado”, cuenta.


La obra ha tenido amantes y detractores, pues unos han llegado a besarla y otros cuestionan por qué poner esa piedra en un lugar tan controvertido. Hacen referencia a que ahí estuvo el monumento a Gonzalo Jiménez de Quesada que fue atacado por una comunidad indígena que reclama el lugar como suyo.


“Los monumentos tradicionales suelen ser distantes, fríos, hechos para mirar de lejos. Esta piedra es todo lo contrario: está pensada para que la gente se acerque, toque, participe”, dice Argote.


El artista propone ir más allá de los símbolos coloniales y pensar en monumentos distintos: más afectivos, inclusivos y compartidos. En sus palabras, “el espacio público debería hablarnos de historias que unan, no solo de las guerras”.

La obra, que requirió meses de trabajo y la participación de un amplio equipo técnico, se completará con un acto simbólico el viernes 7 de noviembre, de 4 a 7 p.m.,  cuando se realizará una besatón en la misma plazoleta, como una forma de celebrar el amor y rechazar la violencia.


Para Álvaro Argote Muñoz, padre del artista, la pieza refleja una manera distinta de intervenir la ciudad. “Iván siempre ha creído que el arte tiene que estar al alcance de la gente. En vez de darnos piedra, propone que nos demos besos, que expresemos los conflictos con afecto, sin guerra”, comenta.

Con Dándole peso a los besos, el artista busca algo esencial para él: recordar que, en medio de la dureza urbana, la ternura también puede ser monumental.


 


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Editado por Diego Guerrero


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