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Periódico Arteria

Adolfo Albán Achinte, asambleario del 47SNA, cuestiona el arte occidental desde el trabajo común

  • Foto del escritor: Diego Guerrero
    Diego Guerrero
  • 5 nov.
  • 4 Min. de lectura
Adolfo Albán Achinte es artista, docente de la Universidad del Cauca, comunero del Valle del Patía y asambleario del 47 Salón Nacional de Artistas. En ARTERIA habla de cómo esta versión cuestiona el arte occidental en el camino de construir procesos artísticos y comunitarios en Colombia.  
      El 47SNA Kauka busca ser horizontal / Róbinson Tamayo- ARTERIA
El autor puede ser toda una comunidad, desde la perspectiva de este 47 SNA/ Róbinson Tamayo- ARTERIA

ARTERIA

Popayán


En el Museo de Arte Moderno de Popayán (Mampo) el profesor Adolfo camina lentamente las salas como si fuera un visitante casual, con una mochila en el hombro. Los artistas, al igual que algunas personas del equipo curatorial le saludan con reverencia y se ven alegres con la presencia y el tono cálido en sus palabras. 


La artista Angélica Ramírez le muestra el mural que pintó en la sala central del Mampo en el que plasma el concepto y la organización de esta versión del Salón. Él se detiene frente a su propio retrato. Angélica lo dibujó en un círculo, junto a ocho mayores y mayoras del territorio, de cuya imagen salen raíces que alimentan otros componentes del mural, que también lo son del Salón.  


Junto a esa parte del mural habló con ARTERIA para entender mejor el discurso y la relación de este 47SNA con el territorio.


Usted además de ser profesor, pinta y hace grabado. ¿Cómo se siente frente a un Salón en el que no se habla de autoría sino de procesos colectivos?


—Un primer aspecto que quisiera resaltar es que se pone en cuestión la noción occidental de arte y eso ya tiene unos significados profundos, históricamente hablando. Cuando uno mira la concepción de arte, en la mayoría de los casos, queda reducida a unos objetos que se hacen, no a unos procesos que lo anteceden. 


En este Salón también hay objetos.


—Sí, porque en este Salón no se está eliminando el objeto sino que se están mostrando articulados a un proceso. Y en esa medida, cuando uno se mete en las profundidades de la vida cotidiana en términos de lo creativo, no importa tanto quién lo hace sino lo que significa lo hecho. Entonces ahí el autor puede ser la comunidad que participa. En un mural los autores no son solo los que ponen color, sino la mamita que pone el refresco o la casa donde se hace la comida para todos, por ejemplo. 


Esto trae reflexiones que chocan un poco con el carácter solitario o individual que cultiva un artista para desarrollar su creatividad ¿no?


—El asunto fundamental es la creatividad, que se puede resolver en manifestaciones de lo que el mundo occidental determinó que era arte, porque desde esa lógica también determinaron lo que no era arte y construyeron asimetrías. Pero, por otro lado, está ese sentido de lo colectivo que me parece es fundamental y que ha estado en la base de la organización social de nuestros pueblos. 


Es una colectividad que, a mi modo de ver, va unida a la solidaridad. Me parece que el planteamiento que hace esta versión de este espacio que llaman SNA está abriendo muchas posibilidades hacia adelante para que podamos entender los procesos creativos que se dan en el mundo del arte y  también más allá del mundo del arte.


¿Puede dar ejemplos?


—Cómo se hacen las distintas comunidades en las mingas por ejemplo, para arreglar un camino, para arreglar la escuela. ¿Entonces cuál es la autoría ahí? No interesa la autoría, interesan los resultados, que lo que se está haciendo favorezca el bienestar colectivo. Si quiere ponemos en comillas ese “no interesa”. 


Aquí en estas salas, cuando uno va haciendo el recorrido de cartografías que ha hecho la gente a nivel colectivo para mostrar cómo en la parte de arriba un río se encharca y en la parte de abajo se seca (se refiere a la obra Un Río Cauca, muchos mundos), y eso es producto de la reflexión y la vivencia de un territorio que queda plasmado en unas imágenes, para que podamos comprender qué es lo que está aconteciendo con la vida en unos entornos en los que estamos involucrados. 



En ese sentido, hacer un Salón como este ¿en qué beneficia al colectivo nacional?


—Para reflexionar en torno a lo que somos y a lo que nos constituye. Estas son sociedades estructuralmente racistas, configuradas sobre la base de las desigualdades sociales, múltiples desigualdades sociales. ¿Será posible pensarnos una sociedad distinta? ¿Será posible pensarnos una vida o una existencia distinta Sin tanta precarización, sin tanta marginalización, con más oportunidades?


Tal vez la intensidad de lo que hemos vivido en el Cauca también nos lleva a la intensidad de ser muy creativos y creativas en las comunidades. Lo que sucede en el Cauca compromete la vida nacional porque esto acontece en otros territorios. Este Salón permite que nos preguntemos cuál será la ruta para continuar después de esto. Habría que, no tanto evaluar, sino pulsar lo que esto puede estar generando como experiencia vital. 


La vida es algo que está muy en juego en nuestro país ¿no?


—Las comunidades están haciendo muchos procesos que están garantizando la vida en términos generales, no solamente la vida humana: la vida de las lagunas, la vida de los bosques, la vida de la tierra misma, la vida de los páramos que son fundamentales. 


Hay que ampliar también la concepción de la vida. Yo creo que este Salón nos permite ver eso. Esas acciones colectivas de nuestros pueblos para salvaguardar la vida son un punto de inflexión y un cuestionamiento muy interesante que se plantea hoy desde acá. Hay que prestarle atención a eso.


¿Usted cree que pensar arte y creatividad desde acá aporta a reflexiones sobre el futuro del país? 


—¿Qué tantas posibilidades se podrán abrir hacia el futuro? propuestas inclusive mucho más profundas de lo que este salón haya podido ofrecer para que continuemos tratando de entender lo que somos. 


Creo que este salón nos lleva a que entendiendo lo que somos podemos proyectar lo que queremos ser, revisando lo que hemos sido históricamente.




Nelly Peñaranda, Róbinson Tamayo. Revisado por Diego Guerrero.


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