Fernando Botero nació en Medellín y vivió un poco más de 91 años. Fue artista desde pequeño hasta su último año de vida. Perdió a su padre muy niño y luchó por ser reconocido como Fernando Botero bajo sus condiciones. Lo logró.

Fue colombiano siempre, y no lo negó ni en los peores momentos de este país. Fue del mundo, que lo abrazo e, incluso, quienes lo odiaron –odiar parece un deporte nacional– no pudieron ignorarlo. Vendió a precios increíbles, y tuvo tiempo para dar. Las donaciones a este país no tienen comparación.

Ver su vida es ver un viaje impresionante. Hay mucho trecho entre hacer dibujos en un periódico de una ciudad perdida en los Andes, a exponer en las calles de medio mundo.

Hay mucho trabajo en ello, mucho amor, mucha pasión, mucha inteligencia, mucho arte. Botero, al parecer, y en la medida de lo que es la vida, vivió como quiso, y sin duda no pasó en vano por este mundo.

El editor.