El objetivo del laboratorio ‘Curadurías sensibles’, organizado por el área de Artes Visuales del Ministerio de Cultura y apoyado por el Banco de la República fue repensar el papel del curador para situarlo como nodo articulador entre diferentes actores de la cultura y del arte.
LILIAN CONTRERAS FAJARDO
Periodista
Para ARTERIA
Con el objetivo de desmitificar el papel del curador y repensar el rol de los agentes curatoriales del territorio, se realizó en Honda (Tolima) durante buena parte de octubre el laboratorio de creación e investigación ‘Curadurías sensibles’.
La artista, socióloga y docente vallecaucana Martha Posso, quien se destaca por desarrollar proyectos fotográficos sobre comunidades afrocolombianas, fue la laboratorista de este espacio organizado por el área de Artes Visuales del Ministerio de Cultura, con el apoyo del Banco de la República.
El laboratorio promueve el abordaje temático a partir de la experiencia y el pensamiento creativo mediante la investigación, creación y circulación para el reconocimiento de diferentes modelos curatoriales.
“En el proceso se plantearon enfoques de género y la configuración de otros relatos sobre el territorio, que es uno de los protagonistas de esta curadoría sensible”, dice Martha Posso.
El laboratorio, que duró tres semanas, se llevó a cabo en la sede del centro cultural del Banco de la República en Honda, con charlas, talleres, trabajos colectivos y socialización de resultados.
Artistas, investigadores y personas que les interesa la cultura, pero que no necesariamente estudiaron arte fueron los asistentes a este espacio que busca dar herramientas de investigación creación y circulación, y repensar los procesos curatoriales (usualmente verticales) asociados al territorio.
Laura Zarta, curadora en jefe de la Unidad de Artes y Otras Colecciones del Banco de la República, dictó los talleres de curaduría. Durante dos jornadas abordó con los aprendices la evolución y transformación histórica que ha tenido la práctica curatorial, y cómo ésta es una herramienta valiosa para la creación de proyectos culturales innovadores y la investigación, creación y circulación de conocimiento.
“Analizamos casos locales y aprendimos herramientas que facilitan el desarrollo de proyectos curatoriales. Estudiamos prácticas expositivas que están asociadas a la sala de cubo blanco, y otras que son más alternativas. En este laboratorio participan personas que viven en Honda, pero no todas nacieron ahí, algo que aportó mucho en cuanto a la sensibilidad de cada uno de ellos asociada al territorio. Esto nos permitió aprender acerca de la gestión de recursos y la creación de redes de trabajo”, expresa Zarta.
Germán Ferro, curador del Museo del Río Magdalena, en Honda, fue el encargado de hablar sobre museografía. Él parte de su comprensión del río Magdalena desarrollada en las caminatas y viajes que ha hecho desde muy joven.
También estuvo al frente del taller teórico que aborda la curaduría desde lo poético pues, para él, la curaduría “se hace y se construye con base en la urgencia y necesidad de país. Entonces el lugar donde ocurre no es menor o abstracto, ya que son curadurías de contexto”.
Ferro entiende al visitante como un viajero que tiene la posibilidad de explorar, emocionarse con nuevas cosas y tiene interés por aprender, así que, en ese sentido, cree que los museos deben tener en cuenta el contexto histórico y cultural, “aprender de región o río porque al pensar un río como el Magdalena se piensa en país”, dice.
Ejercicios curatoriales
‘Curadurías sensibles’ planteó para el final un conversatorio y ejercicios curatoriales. La jornada se tituló ‘Monumentos-desmonumentos’ y abordó nuevas lecturas de Honda.
Los participantes socializaron las “postales” o “mini-informativos” que elaboraron durante las jornadas de trabajo.
Angélica Sáenz opina que en los monumentos se curan muchas cosas: “Curamos nuestros demonios internos y pedimos perdón a las víctimas y a los invisibilizados. Fuimos testigos de nuestro pasado y pensamos nuestro futuro en positivo”. Ella espera que no sea el último laboratorio que se realice en la región.
“Monulentos y des-monumentos” fue el proyecto de Angélica Sánchez, quien puso a conversar dos fotografías: una de la antigua iglesia de Nuestra Señora del Carmen y otra del Edificio Nacional. Una mujer mototaxista protagoniza la postal. Sánchez opina que se un “desmonumento de la realidad social de Honda”.
Ana Virginia, por su parte, tituló su postal “Jorge Eliécer Gaitán, el último liberal”, en la que cuenta que ella llegó desde Ocaña (Norte de Santander) a Honda en 2018 y poco después supo que la estatua de Gaitán está ubicada en el barrio Santa Lucía. Aunque su familia y los recuerdos están en Ocaña, es la estatua la que la enlaza con Honda, la tierra de su padre.
Por su parte, Lu Martínez realizó ¿Qué ‘tarrayan’ las mujeres?, tomando como referencia a las mujeres que lanzan sus atarrayas al Río Magdalena. Para ella es una forma en la que las mujeres se entrelazan al río, unas mujeres cuyas voces –dice– permanecen en la penumbra.
“El taller de ‘Curadurías sensibles’ fue una experiencia extraordinaria que resonó profundamente en la ciudad de Honda porque iluminó como un sol facetas olvidadas y otras por descubrir, sacándonos de la rutina para permitir que la auténtica magia de Honda florezca y resurja”, comenta Lu Martínez.
Agrega que el intercambio de puntos de vista durante el taller “fue una experiencia hermosa y enriquecedora. Así, en el susurro del tiempo en las calles de Honda encontró inspiración y conexión; recordamos que somos parte de una narrativa que trasciende nuestra propia existencia, una historia que sigue siendo escrita con cada paso que damos en esta ciudad impregnada de memoria y significado”.
‘Curadurías sensibles’ también dejó la puerta abierta para la creación del ‘Colectivo locura.torial’ para continuar las reflexiones, análisis, conocimientos y configuración de propuestas que aporten a la construcción de mensajes urgentes más que a la organización y selección de una colección.