Febrero 19 de 2019
Los 'Muebles sexuales' que presentó el artista Humberto Navarro en Barranquilla
El artista Humberto Navarro presentó una muestra con la que quiso hablar del uso del cuerpo humano como un objeto doméstico. Se presentó en la galería de la facultad de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico.
Noviembre 17 de 2019
Laura Guzmán
periodista3@periodicoarteria.com
Sobre una plataforma blanca, en la que reposaba un plato de comida para mascotas, se encontraba el artista Humberto Navarro realizando una performance en la que ingirió comida para perros, tras varios días de haberse preparado mentalmente comiéndola a diario y en dosis que fue aumentando progresivamente, para lograr superar la repulsión que le generaba su textura y su sabor amargo.
Luego de que los espectadores vieran esta escena un tanto extraña el 13 de noviembre, en la Galería La Escuela, que hace parte de la facultad de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico, en Barranquilla, se encontraron con otra acción en la que varias personas desnudas reposaban inmóviles frente a una videoinstalación que el artista había realizado previamente.
Ambas performances hacen parte de la muestra ‘Muebles sexuales’, trabajo de grado de Navarro, con la que el artista quiso hacer una analogía del cuerpo como objeto doméstico, más específicamente como un mueble “al que se le inserta una función. Eso busca la sociedad, insertarnos dispositivos para tener un control sobre el cuerpo”, explica Navarro.
La muestra nació de un trabajo anterior, llamado Domestic Humans, en el que Navarro y varias personas se desnudaron y fueron grabadas mientras se ‘metían en el papel’ de esos objetos. “A las primeras personas a las que reuní les daba pena hacerlo, porque no cualquiera se arriesga a desnudarse con un desconocido y ser grabado no es fácil. Pero, encontré personas dispuestas e hicimos las grabaciones”, cuenta.
Después de esto, Navarro creó la performance que duró una hora y 15 minutos, porque quería ver la presencia del cuerpo en el espacio y ver la reacción de los espectadores frente a estos cuerpos desnudos “y crear cierta atmósfera donde hay todo un manejo de energía que yo quería experimentar”.
El artista cuenta que también quiso explorar las limitaciones del cuerpo, las rutinas, los protocolos, las conductas establecidas y los comportamientos que la sociedad infunde como necesarios para tener una supuesta ‘buena vida”.
“El rol social que cumplimos y la manera como habitamos el cuerpo son límites impuestos. De alguna forma mi trabajo quiere romper con la taxonomía del cuerpo de dividirlo, porque el género divide al cuerpo, aunque yo soy homosexual, cuando ves que alguien es travesti o bisexual, uno ya piensa, inconscientemente, que esa persona es diferente a uno. Al final todos somos cuerpos y quiero romper con eso, por eso mi trabajo muestra un cuerpo ambiguo”, manifiesta Navarro.
Para Isabel Cristina Ramírez, profesora de teoría en historia de arte en la Universidad del Atlántico y quien dirigió el proyecto de Navarro, “lo mas interesante de esta obra es que él es un artista emergente que se ha tomado muy en serio la performance. Su trabajo tiene una vinculación muy fuerte con su propia vida y tiene una forma particular de habitar los espacios. Su propuesta es muy sincera y es consciente de que su obra está en su propio cuerpo”.
Según Ernesto Recuero, jurado del proyecto de grado, la performance, que obtuvo un buen resultado, fue evaluada teniendo en cuenta el texto, los conceptos y la metodología usada por Navarro. “Fue novedoso, puesto que maneja el cuerpo a partir de una investigación personal que transforma en una acción universal. Además, cuestiona de una forma interesante el papel que juega el género en la sociedad”, dice Recuero.
Sobre la performance en la que comió concentrado para perro, Ramírez cuenta que esta causó una especie de “desajuste porque no es algo a lo que el público esté acostumbrado; son acciones que no dejan indiferente a nadie, porque él cuida mucho los detalles y la estética”.
“Es impresionante, porque en el texto él explica que fue un proceso de más de dos meses y no es lo mismo practicar poco a poco que comer durante una hora el mismo alimento, fue dramático”, manifiesta Recuero.