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‘Ródez’: entre la memoria y la calle

El pasado 22 de enero murió el ilustrador, muralista y diseñador gráfico bogotano Édgar Tito Rodríguez ‘Rodez’. Desarrolló una amplia carrera que lo convirtió en un referente en el ámbito del muralismo. Fue docente e ilustró más de medio centenar de libros. Su amigo Juan David Quintero, curador e investigador, nos cuenta lo que significó para él y para el arte.

Enero 28 de 2021


El pasado 22 de enero murió el ilustrador, muralista y diseñador gráfico bogotano Édgar Tito Rodríguez ‘Rodez’. Desarrolló una amplia carrera que lo convirtió en un referente en el ámbito del muralismo. Fue docente e ilustró más de medio centenar de libros.


Realizó trabajos para El Malpensante, El Tiempo, El Espectador, la revista de Avianca, entre muchas otras publicaciones de interés general y especializadas. Obtuvo premios de diseño en Colombia, Brasil, México, Checoslovaquia, Turquía, Alemania, Sudáfrica y Japón.


Incursionó en el street art en este siglo y realizó obras en Colombia, Argentina, Alemania, República Checa, España. Fue profesor en las universidades Javeriana y Jorge Tadeo Lozano, en Bogotá, y dictó talleres para el Ministerio de Cultura de Colombia, la Universidad de Guadalajara (México) y el Instituto de Artes Visuales de Quito. Participó en decenas de exposiciones y proyectos colectivos e individuales en Europa, Asia y América.


Su amigo Juan David Quintero, curador e investigador, nos cuenta lo que significó para él y para el arte.


“Y es que lo que yo hago es que absorbo la cultura del colectivo, esto es una amalgama de cosas que voy recibiendo de todos los lados, los voy filtrando esencialmente con mi propio trabajo y lo que creo es que dejó una huella personal, y son justamente las huellas las que hacen algún colectivo.”

‘RODEZ’


Juan David Quintero Arbeláez

Curador e investigador independiente

Especial para ARTERIA


Estas palabras son de una entrevista que le realizó un grupo de estudiantes a ‘Ródez’ en el año 2017 en el Barrio Minuto de Dios (Bogotá), donde participó del proyecto que lideré durante varios años en el Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá.


El proyecto fue llamado ‘Barrio Museo’ y ‘Ródez’ hizo parte de las charlas que teníamos los dos antes de empezar a pintar, en compañía del inseparable café con pan, lluvia y transeúntes. Estas reuniones y charlas se iban dando durante casi un mes, que fue su paso por el barrio.


Cuando lo invité a intervenir una de las fachadas del barrio, lo cité una tarde para ofrecerle un recorrido por el lugar. Observamos las residencias, la comunidad que circulaba por el museo y sus alrededores; compartimos su trabajo visual con los habitantes y, a la vez, escuchábamos sus peticiones e ideas creativas para un futuro mural.


Oír a los propietarios pedirle muros con gran contenido religioso, donde la “virgen María fuera la protagonista” era muy curioso: ver en su rostro una reacción tranquila y alegre, hacía parte de su calidad como persona y postura conceptual frente a su obra.


En ese trayecto, encontramos una casa donde vendían dulces y recuerdo muy bien que fue amor a primera vista. Para él, tener un espacio pequeño que expresaba dulzura desde su arquitectura y forma fue algo que lo motivó y animó a dejar su huella en el noroccidente de la ciudad de Bogotá.


‘Ródez’ fue un artista visual, ilustrador, muralista, amante y respetuoso del arte urbano; investigador, curioso de las texturas, los colores, las formas, de las temáticas precolombinas y ancestrales; las culturas latinoamericanas, asiáticas y africanas; de la anatomía; del formato pequeño y grande, en fin.


Era un artista que buscaba realimentar sus experticias colectivas como personales de los recorridos que ejercía por los territorios en diferentes lugares que visitaba, lo cual lo llevaba a deconstruir estos mismos espacios por medio de su trabajo.


En el año 2000, se dedicó a callejear de otra forma por una invitación que le hizo ‘Nómada’ a pintar y explorar en otras superficies. Esto lo llevó a pintar sin parar en Bogotá, México, Chile, Argentina, Alemania, Francia, Perú y otros lugares. 


El formato grande se le convirtió en su nuevo reto de vida.

Pasó de las acuarelas, los formatos pequeños, las tintas, las ilustraciones para revistas y libros, talleres y docencia, a los grandes formatos, los andamios, grúas, aerosoles y aprendizajes que solo la calle ofrece.


Su madurez y conocimiento artístico se convirtieron en una fuente para la gran mayoría de los grafiteros y artistas urbanos del país y llegó a ser uno de los referentes latinoamericanos de la ilustración y arte urbano.


Tuvo reconocimientos y distinciones como el ingreso a la Lista de Honor de la IBBY, Suiza-2004, Premio White Raven de diseño editorial, Alemania (2004), Premio Nacional de Diseño Lápiz de Acero (Colombia,2004) y los premios Encouragment (1999) y Runner Up (2005), del concurso de Ilustración Noma, en Japón.


Además, tuvo la oportunidad de pintar con un sinnúmero de artistas nacionales y del exterior, que en su momento estaban empezando o llevaban una trayectoria mediana y que ahora hacen parte de la historia del grafiti latinoamericano.


Sus aportes a la ilustración, grafiti, arte urbano, editoriales, docencia, creación se convirtieron en un referente, ya que su estilo de trabajo fue único y el manejo de las técnicas no tradicionales con una identidad e impronta que muy pocos artistas tienen.


Recuerdo que le encantaba escuchar las diferentes opiniones de los curiosos sobre sus muros, con el fin de encontrar en sus comentarios nuevas formas de análisis hacia su obra y poder realizar una autoevaluación de su trabajo.


En noviembre del temido 2020, un año que arrasó con sueños, trabajos, posibilidades, planes y muchas muertes por causa de la pandemia, la vida nos dio otra oportunidad para vernos una vez más, sin saber que era la última, pero bueno, eso no lo podemos adivinar ni predecir.


Estaba acompañado de su Colectivo Cruce de Caminos con ‘Nómada’ y ‘Malegria’ pintando en el Festival Pictopia en Medellín. Volverlo a ver y poderlo abrazar fue una carga de energía, y ver su increíble risa, que no podía faltar, lo conservo y guardo en mi mente y corazón.


Poder compartir unas cervezas y seguir conspirando en la vida, no se logró y, tristemente, volví a saber de él con esta amarga noticia, la pérdida de un gran amigo y artista que valoro, admiro, respeto; que seguirá en la memoria del arte urbano y grafiti latinoamericano y que seguirá siendo un referente para una generación de artistas que siguen pintando en las calles.


Siempre nos faltará tiempo para conocer mucho más a las personas y compartir con ellas, y más ahora se generan nuevas dinámicas en nuestra vida y espacios sociales, es por eso que la vida y la muerte está a la vuelta de la esquina, por ahí dicen que el tiempo es sabio.


Paz en su tumba y fortaleza para su familia, la calle te va a extrañar, pero nunca a olvidar.


Enero 27 de 2021

Medellín

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