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En Medellín, la Fiesta del Libro es vista como un tema de ciudad

A diferencia muchas ferias de libro, la Fiesta del Libro de Medellín es realizada con dinero público, en espacios abiertos y de acceso gratuito. Hablamos con Álvaro Narváez, secretario de Cultura Ciudadana sobre el desarrollo de la fiesta que llega a su edición 17.

La Fiesta del Libro y la Cultura mueve alrededor de 6.500 millones de pesos en ventas. /Cortesía
La Fiesta del Libro y la Cultura mueve alrededor de 6.500 millones de pesos en ventas. /Cortesía

La Fiesta del Libro de Medellín es distinta a lo que muchos entienden por una feria del libro. No está en un lugar cerrado, sino bajo los árboles del jardín botánico Joaquín Antonio Uribe y en espacios peatonales aledaños, una zona de influencia de barrios populares. El evento, que se realiza desde el 8 al 17 de septiembre, también tiene eventos en parques y bibliotecas y todo es gratuito.


En dinero, mueve alrededor de 6.500 millones de pesos en ventas, según datos de la Secretaría de Cultura Ciudadana, si bien cuesta casi el doble. Esto, no mide otros impactos en la economía de la ciudad. El crecimiento en ventas, en todo caso, según Álvaro Narváez, titular de esa secretaría pasó de vender 1.900 millones de pesos en el año 2019 a cerca de 6.500, el año pasado.


En este crecimiento hay que tener en cuenta el período de pandemia, con actividades virtuales (en el 2021 se vendieron 3.300 millones de pesos).

ARTERIA habló con el secretario de Cultura Ciudadana sobre el evento que este año llega a su edición 17.


ARTERIA: – ¿Qué espera una fiesta del libro de una segunda ciudad de un país?

Álvaro Narváez: –Buscamos no “mirarnos el ombligo” Estamos convencidos que uno de los grandes problemas de Medellín ha sido solo mirarnos a nosotros. Queremos contribuir a la discusión de temas, como, por ejemplo: este año vamos a hablar de las mujeres, que es una discusión mundial importante. Cómo las mujeres hoy –que habían sido calladas, silenciadas– se ponen al frente y cómo eso entra dentro de la construcción colectiva y cultural.

Álvaro Narváez, secretario de Cultura Ciudadana/ Cortesía
Álvaro Narváez, secretario de Cultura Ciudadana/ Cortesía

– ¿Por qué no se cobra el acceso a la Fiesta de Libro?

–Por varios motivos. Uno de ellos es que la Fiesta de Libro está enmarcada en el plan de lectura, escritura y oralidad que busca promover, más que vender. La fiesta es un asunto de la ciudad, de la Secretaría de Cultura, pagado con recursos públicos. El año pasado, solamente del recurso nuestro, fueron 8.000 millones de pesos. Pero ahí empieza también la comercialización de los eventos, de los autores, de las editoriales que ponen y nutren la fiesta. Puede llegar valer 12.000 millones de pesos.


–Pero si vale 12.000 millones de pesos y vende 6.000 millones…

–El plan inicial es que la ciudad se conecte con la cultura, que sea un evento para el encuentro ciudadano; para incentivar la lectura, la escritura y la oralidad; para generar acceso a la cultura como un derecho de los ciudadanos, cumpliendo un poco la Constitución y entendiendo que mucha de la población, incluso en la zona norte de la ciudad, no tiene capacidad de acceso. Los niños de los barrios Moravia, de Campo Valdés, de Aranjuez, toda esa población está invitada a la fiesta y puede acceder.


– ¿Si van?

–Sí van. Y hemos visto como Moravia espera esos eventos, incluso, porque hay temas de comercialización. Muchos son vendedores informales y aprovechan la fiesta también como un escenario para su economía, y reo que hemos logrado vincularlos.


–También habría que cuestionarse si la fiesta tiene que dejar plata…

Ahora hablamos de la rentabilidad social y emocional de una sociedad. Esto qué implica para la paz y tranquilidad de la ciudad, para la derrama económica (impacto económico positivo) en otros sectores. Estamos haciendo un estudio con el Departamento de Planeación sobre las externalidades positivas aparte del evento. ¿Cuántos tiquetes más vende el metro?, ¿cuántos más taxis llegan?, ¿cuánto comercio se dinamiza’, ¿qué otros espacios se dinamizan: los equipos de producción técnica, logística, artistas que reciben recursos?

No hay que verla solo en términos económicos sino qué le da eso a la ciudad en reconocimiento y sirva para hacer una desmarcación de haber sido vista como la ciudad más violenta del mundo. No es gratuito que hoy la gente hable bien de ese vento.


–¿Qué otras ganancias identifican?

–El tema comercial también tiene que ver con concertar invitados. Sentarnos con las editoriales, negociar su participación, articular con autores y autoras, para eso nos sirve. Es un mercado donde también gestionamos. Yo quisiera que la fiesta valiera menos para la institucionalidad pública, eso es una realidad, y creo que hemos sido austeros…


–¿Por qué debería valer menos y no debería valer más?

En el sentido no es que valga menos para que se reduzca, sino que haya más participación de todo el ecosistema empresarial con aportes más importantes, ese es el tema.


–¿Dentro delsector privado el aporte es proporcional?

–No, no es proporcional. La empresa grande aporta muy poquito a la realidad del tejido cultural del país. Hoy la empresa privada que aporta a la Fiesta del Libro es muy poquita.


–¿Por qué cree que pasa eso?


–Voy a dar un dato: hoy la cultura mueve más gente que el fútbol en Medellín. Solamente el año pasado hicimos nueve estadios y llegaron 459.000 personas. Puede ser que haga falta un canal de negociación que vaya más allá de entender solo lo económico o que sea solo a través de las agencias de comercialización de las marcas.


Cuando llegamos, se comercializaba mucho menos la fiesta. Hoy aumentó 400 millones. Se comerció con los stands, los sitios de comida, las exposiciones de marca, lo que pone una empresa para esto. Pero la invitación es: si traes dos escritores aquí, gástense 100 millones de pesos, que, además, puede ir a su empresa a dar una charla…


Pero voy a un punto: cuando se creó la institucionalidad pública en Medellín y en el país la empresa privada empezó a retirar mucha interacción y fue más sesgada y severa para decidir en qué invertía y en qué no, y determinó mucho más las políticas de comercialización. Pero, evidentemente, la Fiesta del Libro en Medellín, de ese tamaño, donde también hay capacidad adquisitiva, tiene una exposición de marca importante internacional.

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