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Poeta estadounidense Louise Glück, galardonada con el Premio Nobel de Literatura 2020

la poeta estadounidense Louise Glück ha sido galardonada con el El Premio Nobel de Literatura 2020 “por su inconfundible voz poética que con austera belleza universaliza la existencia individual”, dijo la organización del Premio.

“Glück nació en 1943 en Nueva York y vive en Cambridge, Massachusetts. Aparte de sus escritos, es profesora de inglés en la Universidad de Yale, New Haven, Connecticut.


Hizo su debut en 1968 con Firstborn y pronto fue aclamada como una de las poetas más destacadas de la literatura contemporánea estadounidense. Ha recibido varios premios de prestigio, entre ellos el Premio Pulitzer (1993) y el Premio Nacional del Libro (2014).


“Louise Glück ha publicado doce colecciones de poesía y algunos volúmenes de ensayos sobre poesía. Todos se caracterizan por la búsqueda de claridad. La infancia y la vida familiar, la estrecha relación con padres y hermanos, es una temática que ha seguido siendo central para ella”, comenta el Premio Nobel en su sitio web. 


La Fundación Nobel es una institución privada establecida en 1900 sobre la base de la voluntad de Alfred Nobel. La tarea principal es administrar los activos puestos a disposición a través del testamento y la propiedad intelectual relacionada con el Premio Nobel que se ha desarrollado a lo largo de los años


Bibliografía en castellano que recomienda la organización del Premio Nobel

El iris salvaje / traducción de Eduardo Chirinos. Texto en inglés y traducción en español. - Valencia: Pre-Textos, 2006. - Título original: The Wild Iris


Ararat / traducción de Abraham Gragera. Texto en inglés y traducción en español. - Valencia: Pre-Textos, 2008. - Título original: Ararat


Louise Glück: poesía selecta / traducción de Beverley Pérez Rego. - Caracas: Universidad Metropolitana, 2008


Averno / traducción de Abraham Gragera y Ruth Miguel Franco. - Valencia: Pre-Textos, 2011. - Título original: Averno


Las siete edades / traducción de Mirta Rosenberg. Texto en inglés y traducción en español. - Valencia: Pre-Textos, 2011. - Título original: Las Siete Edades


Vita nova / traducción de Mariano Peyrou. Texto en inglés y traducción en español. - Valencia: Pre-Textos, 2014. - Título original: Vita Nova


Praderas / traducción de Andrés Catalán. Texto en inglés y traducción en español. - Madrid: Pre-Textos, 2017. - Título original: Meadowlands


Poemas


Amor bajo la luz de la luna

A veces un hombre o una mujer imponen su desesperación a otra persona, a eso lo llaman

alternativamente desnudar el corazón, o desnudar el alma.


(Lo que significa que para entonces adquirieron una.)

Afuera, la tarde de verano, todo un mundo

arrojado a la luna: grupos de formas plateadas

que podrían ser árboles o edificios, el angosto jardín

donde el gato se esconde para revolcarse en el polvo,

la rosa, la coreopsis y, en la oscuridad, la cúpula dorada del capitolio transformada en aleación de luz de luna,

forma sin detalle, el mito, el arquetipo, el alma

llena de ese fuego que en realidad es luz de luna,

,tomada de otra fuente, y brilla unos instantes, como brilla la luna: piedra o no,

la luna sigue estando más que viva.


Amante de las flores

En nuestra familia, todos aman las flores.
Por eso las tumbas nos parecen tan extrañas:
sin flores, sólo herméticas fincas de hierba
con placas de granito en el centro:
las inscripciones suaves, la leve hondura de las letras
llena de mugre algunas veces…

Para limpiarlas, hay que usar el pañuelo.

Pero en mi hermana, la cosa es distinta:
una obsesión. Los domingos se sienta en el porche de mi madre
a leer catálogos. Cada otoño, siembra bulbos junto a los escalones de
ladrillo.

Cada primavera, espera las flores.
Nadie discute por los gastos. Se sobreentiende
que es mi madre quien paga; después de todo,
es su jardín y cada flor
es para mi padre. Ambas ven
la casa como su auténtica tumba.

No todo prospera en Long Island.
El verano es, a veces, muy caluroso,
y a veces, un aguacero echa por tierra las flores.
Así murieron las amapolas, en un día tan sólo,
eran tan frágiles…

Del libro Ararat (1990)
Traducción de Abraham Gragera López. Pre-Textos, 2008


El iris salvaje

Al final del sufrimiento
me esperaba una puerta.

Escúchame bien: lo que llamas muerte
lo recuerdo.


Allá arriba, ruidos, ramas de un pino vacilante.
Y luego nada. El débil sol
temblando sobre la seca superficie.

Terrible sobrevivir
como conciencia,
sepultada en tierra oscura.


Luego todo se acaba: aquello que temías,
ser un alma y no poder hablar,
termina abruptamente. La tierra rígida
se inclina un poco, y lo que tomé por aves
se hunde como flechas en bajos arbustos.


Tú que no recuerdas
el paso de otro mundo, te digo
podría volver a hablar: lo que vuelve
del olvido vuelve
para encontrar una voz:

del centro de mi vida brotó
un fresco manantial, sombras azules
y profundas en celeste aguamarina.

(Del libro ‘El iris salvaje’)


Semejanza final

La última vez que vi a mi padre ambos hicimos lo mismo.


El estaba parado en la puerta de su habitación,

esperando que yo acabase de hablar por teléfono.

Que él no estuviera pendiente a su reloj

era una señal de que quería conversar.


Conversar para nosotros siempre significó lo mismo.

El decía algunas palabras, yo decía unas de vuelta.

Y en eso consistía.


Casi terminaba agosto, hacía mucho calor, mucha humedad.


Al lado los trabajadores arrojaban gravilla fresca en la marquesina.


Mi padre y yo evitábamos estar solos;

No lográbamos conectarnos, hablar por hablar.

Era como si no existieran

otras posibilidades.


Así que esta era especial: cuando un hombre se esta muriendo, hay de que hablar.


Debe haber sido temprano en la mañana. De un lado a otro de la calle los aspersores empezaron a funcionar. 


El camión del jardinero apareció al final de la cuadra

hasta que se detuvo para estacionarse.

Mi padre quería contarme cómo era eso de morirse.

Dijo que no estaba sufriendo.


Dijo que se había quedado esperando el dolor, aguardando, pero nunca vino.


Lo único que sentía era una especie de debilidad.

Le dije lo mucho que me alegraba, que me parecía que tenía suerte.


Algunos de los maridos se subían a sus carros para ir al trabajo.


No gente que conociéramos. Nuevas familias,

familias con niños pequeños.


Las amas de casa se paraban en la marquesina, gritando o haciendo ademanes.


Nos dijimos adiós como acostumbrábamos,

Sin abrazarnos, nada dramático.


Cuando el taxi vino, mis padres lo observaron desde la entrada.


Agarrados de las manos, mi mamá tirando besos como suele hacer, ya que le molesta cuando una mano no se está usando.


Pero por primera vez, mi padre no sólo se quedó parado ahí.


Esta vez saludó.


Eso mismo hice yo en la puerta del taxi.


Como él, saludé para esconder el temblor de mi mano.

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