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Periódico Arteria

Bienal BOG25, una oportunidad para desestresar el alma. Entrevista

  • Foto del escritor: Diego Guerrero
    Diego Guerrero
  • 10 sept
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 14 sept

El secretario de Cultura, Recreación y Deporte, Santiago Trujillo, habla sobre la bienal Bog25, las razones para organizarla y lo que puede aportar a las artes y a Bogotá.
Para Santiago Trujillo, secretario de Cultura Recreación y Deporte, la BOG25 es la respuesta de la actual administración a una necesidad de la ciudad . /Cortesía
Para Santiago Trujillo, secretario de Cultura Recreación y Deporte, la BOG25 es la respuesta de la actual administración a una necesidad de la ciudad . /Cortesía

DIEGO GUERRERO

Editor

ARTERIA


Con la Bienal Internacional de Arte y Ciudad BOG25, Bogotá redondea la oferta cultural pública de gran magnitud, puesto que ya cuenta con eventos ‘al Parque’ consolidados (como Rock, Jazz, Colombia al Parque…) y el Festival Internacional de Artes Vivas, más reciente.


Así que para el Distrito organizar una bienal de arte es un reto, teniendo en cuenta que Bogotá está acostumbrada a grandes eventos. Será una bienal en la calle, principalmente en el centro, con invitados colombianos y extranjeros, y con obras que aparecerán en las vías y edificios abandonados a los transeúntes.


Un evento que paga el ciudadano, por lo cual no habrá boletería, y cuyo tema base, en estos tiempos complejos, es bien arriesgado: ‘Ensayos sobre la felicidad’.

Santiago Trujillo, secretario de Cultura, Recreación y Deporte, quien antes ha sido gerente del Idartes, desempeñado cargos de asesor y académicos ligados a la conceptualización y desarrollo de eventos y acciones culturales, y que ha estado al frente de varios eventos ‘Al Parque’, asumió el desafío de la BOG25. ARTERIA habló con él para entender cómo ve este evento y qué se puede esperar.

 

–ARTERIA. ¿Qué mueve a esta Alcaldía a programar una bienal de arte?

–Santiago Trujillo. Una bienal no es una idea, es una necesidad de la ciudad y lo que hicimos nosotros en esta administración fue leer esa necesidad y asignarle unos recursos, convocar un equipo competente y hacerla realidad.


Es muy importante para Bogotá tener una bienal. Tiene que ver con la promoción, fortalecimiento y fomento de una escena creativa, del diseño, de las artes plásticas, de las artes instalativas, de las artes interdisciplinares que necesitaban tener una escena metropolitana de alto valor.


En general, los eventos metropolitanos que había hecho Bogotá habían estado más cerca de las artes escénicas, de la música; enormes festivales ‘al Parque’, pero en las artes plásticas y performativas no teníamos una oferta fuerte.


Está el premio Luis Caballero, dirigido a visibilizar artistas importantes de mediana edad, y una vinculación muy potente a la feria más importante de arte que hay en este país que es Artbo, pero Bogotá necesitaba un impulso más grande y estratégico frente a una escena que ha venido creciendo aquí y en el país.


Entonces organizar una bienal es un acto de equidad. Es dar la oportunidad a que haya un escenario público de arte financiado por los bogotanos, un arte que no pretende ser ni comprado ni vendido, por el que no hay que pagar una boleta sino que quiere promover una conversación, una reflexión social alrededor de cómo el arte puede incidir en la transformación de nuestras ciudades y cómo el arte en edificios abandonados, en galerías y en museos posicionados y, sobre todo, en el espacio público puede interpelar de manera positiva la cotidianidad de la ciudadanía.


–¿Cómo cree que afectará la BOG25 en la mirada que desde afuera puedan tener sobre Bogotá?

BOG25 es también una bienal para poner el nombre de Bogotá en el escenario mundial. Estamos  en una estrategia sistemática para  posicionar a Bogotá como una de las principales capitales del arte y la cultura.  Bogotá, por ser capital de un país tan polarizado, muchas veces es víctima de narrativas que no le son justas.


Si usted mira el promedio de homicidios por cada cien mil habitantes, Bogotá está mucho mejor  que  Medellín y que Cali, inclusive. Está a la par de Washington y, en ese sentido, aquí suelen señalar siempre la violencia nos azota y no miramos la que afecta a otras ciudades con porcentajes mucho mayores que los nuestros.


Si revisa cifras de Bogotá de hace 20 años y las compara con las de hoy, es evidente que Bogotá ha evolucionado y mejorado. No quiere decir que estemos bien ni que la ciudadanía no sea exigente en pedirle a la ciudad un mejor comportamiento, pero ha sido Bogotá la que en los últimos diez años recibió a más de 370 mil víctimas del conflicto armado colombiano. Tras el proceso de paz 70.000 excombatientes solamente se sienten seguros en Bogotá, porque el país nunca les pudo brindar seguridad en otras regiones, y esta ciudad ha recibido más de 600.000 migrantes venezolanos.



"Creo que en esta sociedad escuchamos demasiado los políticos y escuchamos muy poco los filósofos, a los artistas, a los creadores. Si se escuchará más a los artistas a los deportistas, tal vez la política se haría de mejores maneras".



Aquí se les ha brindado oportunidades, garantías y derechos a esas personas y ha tenido que soportar de manera silenciosa una crisis humanitaria que, en cualquier lugar del mundo sería de resonancia máxima. Entonces hay  un relato injusto.


Y digo esto porque lo que pretende esta BOG25 es transformar estas narrativas, interpelarlas, poner en valor real las  cosas buenas que aquí ocurren, porque si está bien visibilizar lo que no funciona hay una cantidad de cosas que sí funcionan para mucha gente que ha tenido que llegar acá y para las que han vivido por muchas generaciones.


Además, la oferta de la política cultural entiende una vocación intrínseca de Bogotá que –a diferencia de otras– es la ciudad de la diversidad. Aquí habitan todas las ciudades de Colombia y es la ventana de Colombia hacia el mundo.


Bogotá se ha posicionado como la ciudad del turismo cultural en este país y una de las principales en América Latina. Cuando uno mira las cifras de visitas por festivales públicos o por los grandes conciertos, uno se da cuenta que ya se logró la atención de toda la región como el sitio donde suceden los eventos de mayor interés público en esta parte del mundo. Además, muchos artistas de Colombia vienen a consolidar su carrera aquí.


Eso nos hace sentir muy orgullosos: habitamos sus problemas pero también sus virtudes. Y lo que queremos con este llamado de la BOG25, que tiene como eje curatorial ‘Ensayos sobre la felicidad’ es cómo podemos seguir construyendo en medio de las dificultades de manera selectiva, resiliente e incidente una ciudad en la que podamos ser más felices, donde nos podamos volver a encontrar.


–En esta Bogotá diversa como la que está describiendo, ¿cómo piensa que esta bienal pueda influir en la vida cotidiana de las personas, en sus gustos sobre el consumo cultural, porque en la calle –en el centro– se encuentra el rico y el pobre, lo que no es muy común?

–Cuando uno hace un análisis per cápita frente a muchas ciudades en Iberoamérica, una de las que más promueve y apropia el consumo cultural es, de lejos, Bogotá. En  espectáculos públicos masivos  hace un aforo del 70 al 80 por ciento. En recaudo de impuestos por espectáculos públicos superamos a Medellín por cuatro y a Cali por ocho.


Estamos a la par de Buenos Aires, Ciudad de México y San Pablo y nos podemos comparar en términos de apropiación ciudadana de la oferta cultural pública

Nuestro trabajo es que siga creciendo. Bogotá puede tener problemas en muchas áreas pero en esto es un modelo a seguir en la región.


La Bienal es una oferta que llega, distinta a lo que la gente está acostumbrada. Me gusta mucho porque aunque esta es una ciudad que llena un concierto en medio de una granizada, todavía le falta mucho en la vivencia del museo, de la galería y la vivencia de una bienal.


Por eso sentimos que esta era una oportunidad que teníamos que aprovechar y en esa apuesta de fortalecimiento, en esta alcaldía vimos que teníamos que revivir una cita para las artes escénicas –el FIAV– y potenciar el sector de las artes, al que le hacía falta un evento.


–A diferencia de otras actividades artísticas, las artes visuales permiten una posibilidad de reflexión más pausada. ¿Cómo cree que va a ser la relación de la gente en ese sentido con la BOG25?

Siento que todo evento artístico genera una reflexión en distintos niveles con distintas descargas de emoción, desde el concierto musical de rock y reguetón, hasta una actividad de acción colectiva.


Tanto un concierto como lo que se verá en la Bienal permiten enaltecer el espíritu. Rock al Parque o Jazz al Parque, por ejemplo, han generado relatos en la gente, son como la banda sonora para muchos, y queremos que pase algo así con esta bienal: así como dicen “eso me pasó en Rock al Parque”, luego digan “es que eso me pasó en la BOG 25”, “ya sé para qué es el arte, qué parche”. Si logramos que eso pase en la gente que no es asidua asistente a ver arte, hicimos una primera buena Bienal de Arte y Ciudad para Bogotá.


Si las familias bogotanas deciden ir a desubicar su mirada con arte en el espacio público, a un museo, en vez de hacer lo (mismo) que hacen cada ocho días, estaremos dando un paso adelante. Todos vivimos estresados y ocupados, pegados a un celular, estableciendo conversaciones de 30 segundos. Una bienal es una oportunidad de desestresar el alma y de respirar profundamente; de volver a tener la capacidad y la madurez espiritual; si se quiere, de emocionarse, de dedicarse cinco, diez, treinta minutos, una hora para ver arte.


Creo que la observación como ese mecanismo humano permite identificar los elementos de la naturaleza, reflexionar sobre el mundo interior, preguntarse, interpelarse, inspirarse sobre lo que piensan otras personas, acercarse a otras miradas, emocionalidades y  sensibilidades es lo que una bienal le puede enseñar a Bogotá.


Eso es muy importante. La actualidad noticiosa, la polarización política del país nos pone a mirar siempre hacia un mismo lugar y una bienal nos permite mirar hacia lugares diversos. Es ampliar los horizontes y caminar con cierta sensación de esperanza, y eso es un poco lo que queremos instalar en esta primera versión de la Bienal Internacional de Bogotá.

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