Arte Barrial en la BOG25: Inscribir la ciudad desde la memoria y la colectividad
- Diego Guerrero
- 3 sept
- 4 Min. de lectura
Elkin Rubiano, uno de los cocuradores de la BOG25, nos da su mirada sobre la manera en que este evento podría impactar a los barrios de Bogotá.

ELKIN RUBIANO
Comité Curatorial BOG25
Para ARTERIA
El arte barrial en la BOG25 no aparece como adorno ni como representación distante: surge como necesidad, como gesto compartido y como fuerza transformadora. BOG25 – Arte Barrial celebra estas prácticas que inscriben en la ciudad otras formas de mirar, narrar y habitar.
En las cinco propuestas seleccionadas por convocatoria pública — ‘Co(n)moVer Las Ferias’; ‘Voces de lucha, mujeres de barrio’; ‘Ecosistema biocultural territorio Vicachá’; ‘Cuando las manos hablan, la diversidad se escucha’; y ‘Barrio La Cita: sacudir la arena, revelar las huellas’— la creación se confunde con la vida cotidiana. Son obras que no se limitan a un objeto ni a un producto acabado, sino que entienden el arte como proceso, como archivo vivo y como acto de justicia simbólica.
Voces de lucha, mujeres de barrio: pintar la dignidad en Ciudad Bolívar

En la localidad de Ciudad Bolívar, Katherine Martínez Nieto lidera un proceso con niñas, adolescentes y mujeres del barrio La Acacia para levantar tres murales que son más que imagen: son un canto colectivo y afirmación de presencia. ‘Voces de lucha, mujeres de barrio’ convierte un muro de colegio en lugar de paso, en espacio de memoria y de futuro.
El proyecto visibiliza historias de mujeres que, pese a ser sistemáticamente silenciadas, encuentran en el color y en el gesto compartido una forma de narrarse con dignidad. Cada sesión de creación es también espacio ritual: sembrar palabras, inventar superheroínas comunitarias, escribir cartas al futuro. Los murales, como proceso, demuestran que no hay representación sin presencia: cada trazo está hecho de vínculos, afectos y sueños colectivos.
El evento central e hito más importante de la propuesta tendrá lugar el próximo 4 de octubre al medio día en el Colegio Acacia II (IED) – Sede A, Cl. 62 Sur #19B-42, Ciudad Bolívar. Ese día se realizará la entrega de tres murales a la ciudad, construidos en diálogo con la comunidad. Las mujeres del territorio, quienes han participado activamente en los talleres, se encuentran profundamente emocionadas de compartir los resultados de este proceso artístico y colectivo.
Ecosistema biocultural territorio Vicachá: devolver la voz a un río

El colectivo Nuevos Espacios Artísticos (NEA) centra su propuesta en el río Vicachá —Resplandor de la Noche—, un cauce olvidado bajo el cemento urbano. Su proyecto ‘Ecosistema biocultural territorio Vicachá’ combina investigación, pedagogía y arte comunitario para rescatar la memoria y la vitalidad de este río y de las comunidades que lo han habitado.
El proceso incluye encuestas a habitantes y transeúntes, laboratorios de jardines polinizadores, mosaiquismo muisca, señaléticas restauradas e intervenciones musicales. El arte se transforma aquí en herramienta de ecología social: devuelve a la ciudad la conciencia de un ecosistema que persiste, aunque encausado, y que aún guarda memoria ancestral. El río, como territorio, se convierte en metáfora de resiliencia y en espacio de reaprendizaje comunitario.
Quien quiera participar en los talleres del colectivo, puede consultar la programación en su perfil de IG: https://www.instagram.com/nuevos.espaciosartisticos/
‘Cuando las manos hablan, la diversidad se escucha’: inclusión desde el tacto y la lengua de señas
En Barrios Unidos, el colectivo Inclusión Femenina con Pasión hace de los muros y del libro sensorial un puente entre comunidades sordas y oyentes. ‘Cuando las manos hablan, la diversidad se escucha’ pinta el abecedario en Lengua de Señas Colombiana (LSC) y desarrolla un libro táctil y bilingüe, que se lee con las manos y se escucha con la piel.
La propuesta no solo produce obras: crea lenguajes compartidos. Cada mural y cada página del libro encarnan la convicción de que la inclusión no es una categoría, sino una forma de hacer arte y de habitar el mundo. Esta práctica, pionera en Colombia, demuestra que la ciudad puede transformarse en espacio accesible, donde las lenguas visuales y afectivas florezcan como patrimonio común.
Barrio La Cita: sacudir la arena, revelar las huellas

En la calle 171 con carrera 7, sobre el cerro donde antes hubo areneras, Pedro Jiménez y Katherine Romero proponen una intervención que reconoce la memoria viva de la autoconstrucción. ‘Barrio La Cita: sacudir la arena, revelar las huellas’ convoca a distintas generaciones para reescribir escenas del pasado a partir de fotografías, relatos y cianotipias.
Los resultados se organizan en cinco ejes: ‘vivienda como afirmación de vida’, ‘trabajo femenino en el sostenimiento barrial’, ‘memoria de la arenera’, ‘historias colectivas como resistencia’ y ‘un memorial a quienes dejaron huella’. En lugar de archivo estático, la obra devuelve al barrio un archivo afectivo y poético. Aquí la memoria no se fija: circula en los muros, en las palabras escritas a mano, en la imaginación de niñas y adultos mayores que resignifican su historia común.
El arte como archivo vivo de la ciudad
Las cinco propuestas de Arte Barrial coinciden en un principio: el arte no representa, sino que reconstruye, reescribe y reimagina. Cada proceso emerge del encuentro comunitario y del caminar compartido, haciendo de murales, libros cartoneros, jardines polinizadores y gestos táctiles espacios para la memoria, la inclusión y la resistencia.
Más que obras, son procesos vivos que inscriben en el espacio urbano formas distintas de habitar la ciudad. En ellas, la cotidianidad se vuelve territorio de creación; los barrios, espacios de dignidad y resistencia; y la ciudad, un palimpsesto abierto, siempre en disputa y siempre en transformación.
Revisado por Diego Guerrero, editor.