Febrero 19 de 2019
Los amigos, esa famila que no escogemos
ConocĆ a Antonio Caro hace 18 aƱos en BogotĆ”. Cuando era estudiante, le invitĆ© a realizar una muestra en una sala de exposiciones de una universidad capitalina que estaba a mi cargo y aceptĆ³ con todo el entusiasmo.
Para mi Ć©l era mĆ”s un mito urbano. Luego nos hicimos buenos amigos, nos reunĆamos en su apartamento de la 72 a tomar el algo. Le gustaban mucho los envueltos de maĆz y el chocolate artesanal. Ćbamos juntos a las aperturas y hablĆ”bamos de arte, pero, sobre todo, de la vida.
Nos reencontramos en el Encuentro internacional de arte organizado por el Museo de Antioquia, en el aƱo 2007, donde colaborĆ© con el montaje de sus obras. SolĆa quedarse en casa, y era un gran huĆ©sped.
En el aƱo 2015, con motivo del programa de Homenajes que organizĆ³ el Museo de Arte Moderno de MedellĆn, tuve la oportunidad de trabajar junto a Ć©l y la curadora estadounidense Gina McDaniel Talver en la curadurĆa de su exposiciĆ³n āEn MedellĆn: Todo estĆ” muy Caroā.
Fue una experiencia intensa de casi un aƱo que decantĆ³ en -creo yo- la Ćŗltima gran retrospectiva hecha en Colombia con su obra. Con Ć©l aprendĆ mucho de arte, pero ante todo de llevar la vida prestando atenciĆ³n a la cotidianidad, en crear con lo simple. Ćl escribiĆ³ algunos poemas, entre ellos este que hoy me conmueve:
āLos amigos son
como los hermanos
que no son
de la familiaā.
Jorge Barco.
MedellĆn