top of page
Contenidos e información sobre arte y cultura en Colombia

Santiago Cárdenas muestra sus tableros

Santiago Cárdenas presenta en la Biblioteca Nacional de Colombia ‘Izquierda, centro, derecha’, tres pinturas de tableros en tamaño natural que nunca se han visto en un espacio público en Colombia.

Octubre 10 de 2021

DIEGO GUERRERO
Editor
ARTERIA

Izquierda, centro, derecha. Así se llaman las tres pinturas de igual número de tableros que conforman un tríptico exhibido en la Biblioteca Nacional, en Bogotá. Es la primera vez que este conjunto que ganó mención en la Bienal de San Pablo en 1977 se ve en un espacio público del país, si bien había estado hace años en la galería Garcés Velásquez y en el Museo de Arte Moderno de Bogotá, en conjunto con otras obras, en el Museo Tamayo, en México, en Caracas, en una exposición en la galería Cambio, en el museo Sofía Ímber, y en España.


Este tríptico es, tal vez, uno de los más destacados del ya muy reconocido pintor y dibujante, nacido en Bogotá en 1937 y que vivió su juventud en Estados Unidos. Allí estudió en Rhode Island School of Design, en Providence (cerca de Nueva York) y obtuvo el máster en Bellas Artes en la Universidad de Yale, en New Haven (Connecticut).


En el centro de la sala de la Biblioteca hasta las baldosas parecen hacer juego con esas pinturas que tienen textos, borrones y reflejos de ventanas. Quien conoce la obra de Cárdenas recordará sus corbatas, ganchos y objetos comunes que pinta y dibuja con tal realismo que provocan ser usados y entenderá sin mediación ese realismo de los tableros que casi devuelve al espectador a sus años de colegio.


Quién no haya seguido su obra no tendrá necesidad de conocer su recorrido para transportarse en el tiempo, para mirar dos veces y entender la grandeza de lo cotidiano.  Esta exposición es posible por la gestión del galerista León Tovar (León Tovar Gallery, Nueva York)*. Santiago Cárdenas habló con ARTERIA sobre esta pieza que merece ser vista y sobre su relación con el arte.


ARTERIA: Es la primera vez que esta obra es presentada en un lugar público en Colombia. ¿Qué sentido tiene para usted esta exposición?

Santiago Cárdenas: Es muy importante porque se mostró originalmente la Bienal de San Pablo (Brasil), en el 77 y en ese momento, por lo menos allá, causó bastante impacto. Después tuve la oportunidad de mostrarla


-¿Que connotación tieneque la gente pueda ver sus pizarras en la Biblioteca Nacional ?

-Bueno lo interesante es que en la Biblioteca Nacional está el mejor montaje que se ha hecho jamás de esta obra, porque el espacio es maravilloso, o sea, es muy grande y muy particular: parece que se ha hecho especialmente todo para la obra. Entonces, ahí se ve muy bien y no distrae ninguna otra cosa a su alrededor.


-¿Tiene un significado especial esta obra?

-Es una obra muy importante, sin duda. Yo la pinté en Colombia, cuando vivía en el Polo Club (barrio de Bogotá), en una casa muy chiquita en dónde no cabía la obra, no la podía armar. La primera vez que la armé fue en la Bienal de San Pablo. Para Colombia sí tiene una relevancia muy grande, en el sentido que se refiere, esencialmente, a una escuela, porque son pizarras de escuela que me recuerda la época de cuando yo era estudiante en secundaria y la profesora me mandaba al tablero para hacer esquemas y dibujos de geometría.

Especialmente, me acuerdo de eso, porque fue la primera vez que caí en cuenta de que el arte sí servía para algo, que el arte no era simplemente una decoración para poner en una pared encima de un sofá, sino que era un elemento para indagar en la realidad de nuestra vida, que servía para comunicar ideas. Tendría 15 o 16 años cuando entendí eso.


-Usted tuvo muy buena educación en Estados Unidos y asistió a la universidad en un momento en que los estadounidenses estaban generando como un nacimiento de lo que podía ser el arte allí y estuvo con condiscípulos que influyeron mucho en usted.  ¿Cómo analiza esto de la educación en un país como el nuestro? ¿Qué tan importante puede ser la educación en una persona, en un artista, en un ser humano?

-Es importantísimo y es fundamental. Es lo más básico para que uno pueda tener una vida normal y decente, y hacer lo correcto, porque tiene mucho que ver con la ética, tiene que ver con cómo tratar a las demás personas, cómo comportarse.
Yo fui profesor de la Universidad Nacional muchos años y, lamentablemente, tengo que decir que, aunque me encantó ser profesor de la Nacional, porque tenía el acceso a una cantidad de gente el que no podía haber estudiado, la gente desperdiciada esa oportunidad. No solamente los estudiantes. También los profesores.

Muchos iban a cobrar un sueldo, y los estudiantes, porque les tocaba. No entendían, realmente, lo que era la educación, porque estaba muy politizada la universidad, que creo que todavía están. Hace 20 años que sacaron de la universidad, por la edad.


-¿Y qué pasaba?

Pasaba todo lo contrario a lo que lo que debía pasar, porque los profesores no dictan clases. Los profesores andaban por todas partes, en otros asuntos, uno veía cantidad de estudiantes sentados en los prados sin hacer nada, fumando o jugando o charlando, pero no concentrados en la educación.


-¿No le parece curioso que de pronto estás tableros tengan pueden ser interpretados por algunos con sentido político?

-Claro, el arte se puede interpretar de muchas maneras y si los tableros que yo hago dan respuestas al mirarlos que yo no había pensado nunca, como este de izquierda, derecha, centro, porque eso está de moda, porque la política está de moda en Colombia.

Creo que la gente cree que incendiar buses, tirar piedra, incendiar llantas y hacer protestas les va a llevar a un final feliz, pero mentira, eso no es cierto, nunca lo ha sido. La guerra siempre ha sido una devastación, una cosa terrible. Si uno lee la historia, se da cuenta de que la humanidad siempre ha estado enfrascada en una guerra, siempre se han estado matando los unos con los otros y no ha llevado a ninguna parte buena.


-¿Cree que sería más efectivo estudiar y ejercer la política desde otros aspectos?

-Yo no creo que la política no se deba hacer en la universidad. Todo ser es, básicamente, un ser político. Lo que pasa es que todo eso se está aprovechando por los que quieren controlar el pueblo. Entonces lo quieren controlar manteniéndolo bruto, manteniéndolo sin educación y a muchos les parece que si salen a protestar eso causa más impacto que mandándoles a estudiar, a que los profesores sean buenos profesores, a que estudien.


-Volviendo a su formación, usted estuvo en Europa y conoció la obra de los grandes creadores. Poniéndome un poco en los zapatos de un joven que quería estudiar arte, ser artista y está parado frente a, digamos, Rubens… qué angustia… es un reto muy grande…


Yo analicé eso de la siguiente manera: iba mucho a los muesos y no solamente a ver las exposiciones sino a ver cómo se comportaba la gente, y me daba cuenta de que, mientras yo me detenía para ver un cuadro y estudiarlo, las personas pasaban derecho como de un salón a otro, visitando el museo, no observando las obras, no viendo las obras como uno lee un libro.

Uno tiene que ver las obras con cuidado, tiene que ver cada centímetro de lo que está pintado en el caso de que sea un cuadro para que le dé a uno alguna respuesta, algún contenido y explicarse acerca del porqué el pintor hizo eso.

Entonces, cuando yo quise ser artista, me di cuenta de que era una decisión muy seria la que estaba tratando de tomar porque cómo competía yo con estos grandes monstruos que están en los museos.

Me di cuenta de que lo importante era crear uno su propio camino en la vida. No era competir con otra gente, no era competir con otros artistas, era uno mismo tallarse, digamos, a través de es esa profesión o actividad qué es el arte.
El arte es importante porque es una manera de indagar dentro de nuestra realidad, dentro de la naturaleza. No es, simplemente, una decoración en las paredes. Del arte, de los dibujos en las paredes que hicieron los hombres primitivos salió nuestro lenguaje, el alfabeto, salieron las palabras la manera de comunicarse. El arte es importantísimo. Es una de las actividades más importantes, junto con la filosofía y la ciencia. Eso es lo que yo quería hacer.


-Desde el punto de vista del arte, si nos remontamos a la época de los clásicos o del Renacimiento, en realidad, las personas no tenían mucho acceso a las imágenes. En el momento en que usted ya había decidido ser artista  la gente tenía mucho acceso a muchas imágenes. Usted se decide por los objetos sencillos en medio de un auge del arte pop. ¿por qué tomo esa decisión?

-El arte pop es muy importante porque regresó los artistas de la abstracción al mundo real. Si bien toda obra buena es abstracta en el sentido de su organización, de su composición, del uso de los colores, del uso de las formas, de cómo se divide el espacio, de cómo se construyen las cosas. Por ejemplo: una obra arquitectónica es abstracta, por más utilitaria que sea porque tiene una división de espacios, qué es una cosa totalmente abstracta. 

Entonces el arte pop hizo que el hombre mirara su cotidianidad, lo que aparece aparentemente como insignificante en la vida. Pero no es así, pues si lo fuera, y no fuera muy importante para uno, no tendría su alrededor esas cosas. No tendrías una manija de una puerta, un gancho para colgar ropa o una peinilla para peinarse… una cantidad de objetos que usas a diario que pueden ser motivo para indagar la realidad nuestra.
Fíjense como se vestían los obreros de esa época: chaleco, camisa blanca, corbata y sombrero. Luego se cambiaban y se ponían a cavar y poner ladrillo en las edificaciones. Luego se volvían a cambiar y se iban para su casa. ¿Por qué? Porque ellos aspiraban a algo mejor. Yo pensaba que esos objetos cotidianos que la gente usa como la ropa, como los chalecos, como los paraguas son cosas importantes para la gente.
Por algo será que los tienen, que los fabrican para su comodidad para su uso y para sentirse mejor. Esos objetos cotidianos que uno no les para bolas:  una pita, un gancho, un alfiler, son cosas trascendentales en la vida humana. Es algo importantísimo. Uno hoy le para bolas al computador, al cine, a la fotografía y cree que son lo máximo, pero, las cosas pequeñas también son importantísimas.


-¿Usted estaba en Estados Unidos porque volvió a Colombia?

-Porque no conocía Colombia y mi mamá era una enamorada de su ciudad natal, Popayán, y me decía “no se olvide Colombia”, enamorada siempre de sus raíces. Entonces vine a visitar y me enamoré de Colombia, porque Colombia era salvaje: había mucho terreno para educar a la gente, que era muy ingenua. Sigue siendo, pero en el 64, esto era un pueblo. Digo ingenua en el sentido de que la gente no era culta. Por ejemplo, aquí cualquier es un doctor. Aquí el que se pone corbata y se hace embolar los zapatos es un doctor. Aquí le dicen doctor a todo el mundo. Los doctores son gente que ha estudiado en las universidades, que tiene un PhD, gente culta, no son los políticos que nosotros tenemos aquí. A todos les decimos doctor. Eso lo llamo ingenuo.


-¿A usted como lo vieron inicialmente?

-Fue muy sorprendente. En ese momento, la única persona que sabía más o menos de arte en Colombia era Marta Traba. Marta afortunadamente existió, porque era una persona culta, educada en Argentina, un país mucho más educado que Colombia y trató de cambiar aquí la percepción de para qué servía el arte.

Entonces había mucho paisajismo. Era muy bonito… la Sabana, las vacas, no sé qué, pero el arte era una cosa para decoración, secundaria y baladí. Yo me acuerdo que la gente me decía_ “ah, usted es artista. ¿Cuándo me va a regalar un cuadro?”. Y yo decía: “nunca”. Un cuadro para mí es una sagrada, importante. Es una cosa que yo hago no por divertirme y por pasar el tiempo sino para hacerme yo como persona.


-¿Las demás personas qué cara le hicieron?

-En un principio practicante no existían las galerías. Había una que se llamaba Galería de Arte Moderno. Era de Casimiro Engel, un europeo que había venido a Colombia para escaparse de la Guerra. Me acuerdo que fui a ver una exposición de Obregón o Grau y todos los cuadros están puestos en caballetes. Eso no se usaba en ninguna parte del mundo ya. Por eso digo eso era muy ingenuo. Colombia era como un pueblo en 1964. Bogotá olía a grasa, la ciudad olía horrible porque había cocinas públicas entonces las calles. Pero eso también tenía su encanto.


-¿Y por qué se quedó?

-Bueno me quedé porque me enamoré de mi esposa y entonces conseguí empleo en la Universidad los Andes, porque el maestro Roda, un día, me contactó y me contrató en el acto. Me fui quedando y me fui quedando y me fui quedando…


-¿Cuándo empezó a sentir que su obra empezó a ser reconocida?

Pues la primera persona que me reconoció fue Marta que había fundado una institución pequeña: el Museo de Arte Moderno, que en ese entonces existían en la Universidad Nacional y me invitó hacer una exposición posición en Colombia. Yo hice mi primera exposición en Colombia allí, que para mí era un honor inmenso pues, imagínese, recién salido de la universidad que ofrezcan a uno una exposición ahí, aunque fuera modesto, pequeño, era una entidad importante.


-En el momento en que usted recibió la mención en la Bienal de San Pablo… eso sí era grande.

-Me sorprendí muchísimo. Yo nunca esperaba ningún tipo de recompensa. O sea, cuando supe que me habían dado una mención honorífica junto con otras personas que eran muy importantes en el mundo del arte, pues me puse muy contento. Ahí conocí al maestro Rufino Tamayo y su esposa. Él era el invitado especial y tenía unos murales enormes y tuve tiempo de compartir un poquito con él. Muy poquito, pero algo. Haber tenido esa premiación, yo estaba como muy agradecido y sorprendido.


-¿Fue un momento de quiebre?

-Es un momento de reconocimiento, definitivamente. Ya había hecho unas pizarras más pequeñas y había tenido un cierto reconocimiento. Te estaba contando que yo iba a los museos y veía que la gente pasaba y no se interesaba en los cuadros sino en ver el Museo. Se me ocurrió que el arte que yo producía debía ser más parecido a la música. La música se le mete a uno sin que uno se dé cuenta. Al oír la música, simplemente se le mete a uno y pensé que una de las maneras de que el arte se le metiera a la gente era engañando al espectador.
¿Cómo engañar al espectador? Pues haciendo arte muy realista, pero que se comportara dentro de las exigencias de la contemporaneidad. Que no fueran paisajes tradicionales. Y la forma de hacer eso era creando un nuevo espacio que saliera del cuadro y abarcara el ambiente donde estaba puesto y que el espectador se convirtiera en parte esencial de la obra.


-Estos cuadros que están en la Biblioteca Nacional de Colombia… ¿Cómo le gustaría que se apreciaran? ¿Qué disposición debería tener una persona para verlos?

Que se parara enfrente y se asombrara con la obra. Que la obra le dijera cosas, que la obra le hablara. Las pizarras tienen, digamos, una característica positiva. El arte es como la máquina del tiempo. Uno se traslada de un periodo de la historia a otro a través del arte. El arte tiene memoria, le recuerda a uno cosas. A mucha gente estas pizarras les recuerda su época de la escuela. Incluso, uno trata de ver qué es lo que está escrito ahí, en esas pizarras.
A mí me encanta. No es que me guste que toquen las obras, porque eso las daña, pero ese impulso a acercarse a hacer algo es una forma de decirme que he atrapado al espectador. Así como la música lo atrapa a uno, yo con mi pintura visualmente he atrapado al espectador para que se acerque, se involucre, piense en su vida, en él y en cómo el arte lo afecta.
Entonces yo lo que quiero es que la persona se identifique con la obra. No la vea como simplemente una decoración, como algo bonito. Que se pregunte “¿yo porque estoy aquí?, ¿seré tan real como esta obra?”. Hay gente que trata de tocar mis pizarras y quiere borrarlas.


*Esta exposición fue montada con el apoyo de ARTERIA.

Periódico Arteria: arte y cultura
Otro Día Más es un producto de Periódico Arteria
Fundación Arteria
  • Facebook
  • Twitter
  • Instagram
  • YouTube

Copyright © 2025 Periódico Arteria. Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial de cualquiera de sus contenidos, así como la traducción a cualquier idioma sin autorización escrita de su titular. www.periodicoarteria.com.

bottom of page